"... La montaña nos hace silenciosos, sufrientes y sobrios. Invita a la reflexión, pide silencio, y forma una personalidad sobria y sin caprichos"

LLANOS DE LIBAR

MONTEJAQUE – CORTIJO DE LIBAR - MONTEJAQUE

Distancia: 15 km
Dificultad: Baja
Comentarios de la ruta: Apreciamos que es una ruta muy tranquila con la única objeción de no realizarla durante los meses estivales. Ideal para hacerla en bicicleta.


Montejaque, población de origen árabe, se ubica, entre la Serranía de Ronda y la gaditana Sierra de Grazalema.  Fue tierra de frontera del reino Nazarí de Granada y su historia es la de un pueblo ligado a la lucha.
A pesar de que la Guerra Civil dejó sin documentación mucha de la historia antigua y moderna, todavía quedan algunos rescoldos que los más viejos se resisten a olvidar.

De la primitiva ocupación por tribus prehistóricas dan testimonio las pinturas rupestres de alguna de sus cavidades, por ejemplo las halladas en la cueva de La Pileta. Más tarde sería la influencia musulmana la que dejaría su impronta, ya en su propio nombre Montejaque (montaña perdida) y posteriormente la reconquista católica de manos de los Reyes Católicos que la liberaron de su identidad de arrabal de la ciudad de Ronda. Ya en el siglo XIX se revelaría contra la ocupación francesa.

“Monte-Xaquez” del árabe (montaña perdida) o “Mons-Sacer” del latín (montaña sagrada). Perdida o Sagrada, Montejaque se dice que cuenta en su haber con dos secretos y una historia fallida. Uno de sus secretos habla de llanos impensables ocultos tras promontorios de roca interminable, por ejemplo los llanos del Libar, objeto de nuestra ruta. Otro de los secretos cuenta de sus profundos accesos hundidos en el corazón de la tierra. Las innumerables simas que se encuentran ocultas en el paisaje karstico efecto de la acción del agua durante siglos sobre la piedra caliza.  Y su historia fallida cuenta cómo la naturaleza vence al ser humano en su deseo de acotar un rio (el Guadiaro) entre sus manos. Y esta es la historia de la presa que se intentó construir en la cueva del Hundidero y que jamás llegó a cumplir su objetivo.

En definitiva un pequeño pueblo de no más de 1000 habitantes pero que alberga entre los montes que la circundan, el Tavizna, Mures y Hacho, un auténtico espíritu de lucha por la libertad y un refugio de leyendas.

Nuestra primera parada obligada… el desayuno, no podríamos empezar a caminar sin antes degustar la principal fuente de ingresos de la zona, la chacinera.

Dejamos el pueblo y buscamos la señales que nos llevan hacia el Sendero de los llanos de Libar. Este sendero forma parte  del trazado del GR 7. Sendero Gran Recorrido que cuenta con más de 6000 km y que atraviesa la Península Ibérica desde Tarifa a Andorra y prosigue por Europa hasta llegar al Pelotoneso (Grecia) donde nace, exactamente en el Templo de Delfos.

Comenzamos a caminar ascendiendo en continua pendiente literalmente entre las sierras de Montalate a nuestra derecha y la de Juan Diego a nuestra izquierda.


Vamos avanzando y dejando atrás el Hacho con sus 1.075 m de altura.



Como un milagro encontramos El Lirio, planta que florece por esta Serranía a finales del invierno entre pedregales y zonas degradadas.

Llaman la atención las cumbres escarpadas
En las estribaciones del Montalate observamos una curiosa formación que se nos antoja un viejo guardián de nuestros pasos.

Nos parece la cara de un azteca

Saludamos y proseguimos… durante todo el sendero podremos observar la actividad ganadera de la zona.


Seguimos cogiendo altura hasta llegar al puerto de Gulfos.




Desde aquí emprendemos un descenso pronunciado hasta los primeros llanos. Los llanos del Pozuelo. Es como encontrar un oasis en el desierto. Cuesta pensar que entre rocas y grandes montículos se pueda hallar semejante zona agrícola. Los llanos se abren ante nuestros ojos.

Observamos el Puerto de la Cufría. Al fondo las pilas del Tunio y el Palo (máxima altura de la sierra de Grazalema en tierras Malagueñas)

Caminamos a lo largo del llano, dejamos atrás un cortijo que esta en plena actividad y el sendero ahora se irá adentrando en una zona más protegida por encinas y quejigos, en este punto volvemos a ascender




Un cartel nos informa de que nos quedan 3 km para el cortijo refugio de montaña. Nuestro objetivo de hoy.
 El recorrido es digno de recreo de todos los sentidos. Al fondo asoman las pilas del Tunio.

Pronto a nuestra derecha comienza a erigirse la Sierra de Libar (del árabe “blanco como la leche), así ahora caminamos entre ella y la Sierra del Palo con sus laderas repletas de encinas.


Y mientras... viejos quejigos van acumulando leyendas vivas en su tronco sabio.

Y tras bordear un pequeño roquedo vemos el Cortijo de Libar, refugio de montaña que parece estar cerrado.


Descansamos... tomamos fotos...

Visualizamos el paso que nos llevaría al Puerto del Correo. Al otro lado encontraríamos los Llanos del Republicano a los pies de Villaluenga del Rosario.

En medio de este enorme poljé la visión nos lleva hasta la Salamadre y la Sierra de los Pinos
Los poljés o estepas son depresiones en medio de rocas karsticas a modo de valles. Son zonas muy fértiles debido a la cantidad de sedimentos que albergan y el agua que acumulan. El color rojo caracteristico de su tierra "terra rosa", es debido a la descalcificación de las rocas calizas en contacto con el agua que lo transforman en arcilla.

No podemos abandonar este cortijo sin hacer una reflexión. Es una verdadera lástima que se encuentre en el estado que lo vemos,  relegado al olvido y al abandono, como esperando ser explotado por algún magnífico proyecto rural para beneficio de unos pocos nada más. Desde aquí hacemos nuestro llamamiento a convertirlo en lo que realmente reza en el cartel de la entrada. "Refugio de Montaña"... refugio para caminantes y espeleólogos.

Y tras refrescarnos y coger fuerzas comenzamos nuestra vuelta. Nos quedan por delante 7,6 km… pero los afrontaremos con tranquilidad y disfrutando del paraje



Llegamos de nuevo a Montejaque. Una jornada en la que a lo largo de 15 km hemos podido recoger la riqueza ganadera, la belleza del paisaje karstico, la bonanza de sus tierras de labranza en los llanos y sobretodo el recreo de nuestros sentidos al encontrarnos en un lugar en el que parece, una vez más, que el tiempo se paró. Sugerente invitación al reencuentro con el pasado.

Refugio y abrigo de bandoleros, esta Serranía se muestra a nuestros ojos para sumergirnos en un viaje en el tiempo con la imaginación como única compañera.


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